Son un tipo de construcción bastante peculiar que, a menudo, aparece en los pueblos de La Mancha junto a las casas de labor. Estas joyas arquitectónicas, que decoran el paisaje rural y lo embellecen, proporcionan a Tomelloso una seña distintiva y peculiar.
Se trata de construcciones rústicas de carácter agrícola, fabricadas en piedra, que fueron construidas en la segunda mitad del siglo XIX. En su construcción, no se utiliza ningún tipo de argamasa, sino que las piedras se colocan una encima de otra. La planta suele ser circular y la cubierta se realiza en forma de falsa bóveda.
Repartidos por todo el término municipal de Tomelloso, los bombos sirvieron como vivienda y refugio durante las faenas del campo. En su interior, solían tener chimenea, poyos para el descanso, hornacinas a modo de alacenas, estacas clavadas en las paredes para colgar los aperos de labranza y una zona de cuadra para los animales.
La singularidad de estas construcciones fue acogida con gran interés por los participantes del I Congreso de Arquitectura Rural en piedra seca y solicitaron a la UNESCO la declaración de los Bombos como Patrimonio de la Humanidad.