Molinos de Viento y casas típicas manchegas. El primer plano corresponde a una molino con cuatro aspas

Son la seña de identidad de Campo de Criptana en la que Miguel de Cervantes se inspiró para escribir el capítulo VIII de la primera parte de El Quijote, en el siglo XVIII.

Según el censo del Marqués de la Ensenada, Criptana tenía 34 molinos, hoy en día son 10 los ‘gigantes’ que se conservan restaurados.

Los Molinos el ‘Sardinero’,’ Infante’ y ‘Burleta’, declarados Bienes de Interés Cultural en el año 1978, conservan su maquinaria original y son los más antiguos ya que datan del siglo XVI. Los tres están declarados Monumentos de Interés Histórico-Artístico, mientras que el resto son de origen posterior y se dedican a diversos fines.

El ‘Culebro’ acoge el Museo de Sara Montiel, donde pueden observarse fotografías y vestidos de la artista nacida en Campo de Criptana.

El molino ‘Poyatos’ alberga la Oficina de Turismo.

El tipo de molino criptanense es el denominado ‘de torre’. En él resulta característico el modo de construcción, a base de piedra y cal blanqueada, con remate de cubierta de forma cónica, con armazón de madera. La planta es circular, con un grueso muro que soporta un techo giratorio para orientarse cara al viento.

Los diez ‘gigantes’ criptanenses están ubicados en la denominada Sierra de los Molinos, un espacio que, según la terminología de la Ley del Patrimonio Histórico vigente, es ‘zona arqueológica’ pues los molinos son una buena muestra de arqueología industrial. Asimismo, la Sierra de los Molinos junto al Cerro de la Paz fueron declarados en el año 2001 Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico.